El Parque Morelos está en el centro de Guadalajara.
A principios del siglo pasado era la Alameda en donde se paseaban las familias de clase alta.
El descuido y crecimiento desordenado de la ciudad, inducido principalmente por decisiones u omisiones de gobiernos locales y municipales, llevó a que fuera remodelado en 2018.
Antes de su remodelación, en el imaginario popular era un sitio de vagos, drogadictos, prostitutas, delincuentes, casas abandonadas e inmobiliario descuidado.
En realidad era un lugar que conservaba su vegetación, los niños corrían entre los árboles y usaban los juegos infantiles; habían neverías, negocios activos, clases de danzón y un grupo de prostitutas, con una presencia importante en el lugar.
En 2012, se anunció que Guadalajara sería sede de un proyecto llamado Ciudad Creativa Digital (CCD), que reuniría estudios de animación, cine, software y videojuegos, para potenciar la actividad de la industria creativa en la ciudad.
Se decidió que el espacio ideal para desarrollarlo era el Parque Morelos y sus alrededores, pero los habitantes de las colonias colindantes se opusieron.
No era la primera vez que lo hacían.
En 2006, cuando se anunció la construcción de las Villas Panamericanas para acoger a los deportistas, los vecinos se organizaron en casa de la maestra Patricia González Paz y lograron detener al gobierno en su deseo por “rehabilitar y redensificar” la zona.
Aunque Ciudad Creativa Digital fue recibida con entusiasmo por académicos, creadores, cúpulas empresariales y miembros de la sociedad civil, los vecinos se opusieron ante el riesgo de ser desplazados, una vez más.
Este tipo de proyectos no son ocurrencias locales, nos dice Conrado Romo García (Guadalajara, 1988), en su libro Ciudad Copyright (FCE,2023), sino que responde a lógicas globales en donde las ciudades son actores centrales en las interacciones económicas internacionales.
Las industrias creativas, de donde provienen los discursos para justificar proyectos como Ciudad Creativa Digital, tiene su origen en el siglo pasado, cuando los movimientos obreros lograron reducir las jornadas laborales y hubo que repensar en cómo ocupar el tiempo libre.
Así, la idea de la cultura como una herramienta para alcanzar la emancipación se transformó en entretenimiento, consumo y alienación.
En los años ochenta, el concepto de Ciudades Creativas comenzó a desarrollarse como un modelo de planificación para las ciudades.
La idea de que la cultura de la creatividad juega un papel determinante en la renovación urbana, fue impulsada por teóricos como Richard Florida y Charles Landry.
Para lograrlo, según Florida, es necesaria una reinvención que sitúe los recursos de la ciudad, infraestructuras y potencial creativo, en un entorno en el que tolerancia, tecnología y talento converjan como principales factores de impulso.
De ahí que se vuelva imprescindible que los gobiernos se comprometan a favorecer estas condiciones para la construcción de oficinas, viviendas o centros comerciales en beneficio de nuevos habitantes e inversionistas privados.
Para justificar su implementación, y el acompañamiento de los desarrollos inmobiliarios, utilizan argumentos como el abandono del Centro Histórico, la dispersión de la ciudad, la inseguridad de ciertos barrios o el rescate de una zona fea o abandonada.
Pero nadie habla de los costos de desplazar a personas que no caben en los nuevos modelos urbanos y que realizan actividades laborales que no se enmarcan en las industrias creativas, como el sector informal, los pequeños comerciantes o los artesanos.
Conrado Romo dedicó su tesis de maestría en Urbanismo a estudiar el caso de Ciudad Creativa Digital, darle seguimiento a la oposición de los vecinos y analizar históricamente las industrias creativas.
El resultado es Ciudad Copyright (FCE,2023), un libro que acompaña la historia de resistencia, creatividad, imaginación y fraternidad de los vecinos del Parque Morelos, frente a la imposición de una idea de ciudadanía, supuestamente más cosmopolita, emprendedora, sofisticada, trendy o socialmente responsable.
Conrado vive en Guadalajara, estudia el doctorado en Ciencia Política y trabaja en la intersección entre los datos, la política, la cultura y la ciudad.
Desde que empiezas la investigación de tu tesis, al día de hoy, ¿qué ha cambiado en la ciudad?
A la mitad de la administración de Emilio González Márquez (2006-2012), inicia en la ciudad un espacio de tiempo que podríamos denominar como ciudadanista.
¿Por qué le llamo así?
Porque la idea del ciudadano se convierte en el eje central de la disputa política debido al impulso de los movimientos sociales centrados en el tema de la movilidad.
No es que el concepto de ciudadanía se haya inventado en Guadalajara, pero sí adquirió una centralidad y una presencia pública que no tenía antes.
Durante toda la siguiente década, incluso desde las represiones contra las manifestaciones altermundistas o los raves de Tlajomulco, por parte de gobierno de Francisco Javier Ramírez Acuña (2001-2006), ya existían expresiones políticas distintas a la de los movimientos sociales tradicionales.
En la elección estatal del 2012, la disputa entre Aristóteles Sandoval (PRI) y Enrique Alfaro (MC) tenía que ver con quién poseía más ciudadanismo; quién representaba mejor las causas de esta nueva masa crítica que ocupaba la ciudad.
Es coincidente con este periodo que el partido de Enrique Alfaro, que después se volvió hegemónico en la región, usara la idea de ciudadano para cambiar su denominación de Convergencia a Movimiento Ciudadano.
En todo el sexenio de Aristóteles Sandoval (2012-2018), los proyectos y los discursos que se crearon iban en ese sentido: la secretaría de innovación, la capital de la innovación, la implementación de la bici pública, la adopción del concepto de gobernanza, la construcción de ciclovías y sobretodo, la incorporación de activistas a la función pública.
En los primeros meses del gobierno de Enrique Alfaro (2018-2024), y con la idea de legitimar su administración, se hacen reformas a la ley de participación ciudadana, se implementan los presupuestos participativos y la revocación de mandato.
Los activistas de mayor visibilidad se incorporan a las administraciones públicas, pierden aura y se diluyen porque hay una satanización del burócrata.
Después de la desarticulación de los activismos y de su incorporación al gobierno, la oposición política desaparece y lo que queda es un gobierno encabezado por Enrique Alfaro, que hace y deshace en función de lo que más le parece o le interesa.
Sin oposición, no hay necesidad de usar el discurso legitimador de lo ciudadano que se disputaba unos años antes.
Pues ya no hay una agenda pública con el grado de permeabilidad que tenía el de la ciudadanía, en donde se vinculaban temas como el ecologismo o el feminismo, e iban acompañados de expertos, instituciones académicas, columnistas, analistas y espacios en medios de comunicación.
Lo cierto es que hubo un tiempo en el que los colectivos lograron imponer su lógica dentro de la discusión pública y el clímax es la primera candidatura de Pedro Kumamoto (2015), que proviene de esta misma genealogía y que logra convertirse en el primer diputado local independiente de Jalisco.
Sin embargo, es justo con la derrota de Pedro Kumamoto (2018), en su intento por llegar al senado de forma independiente, que esto empieza a desaparecer.
Sobretodo porque el alfarismo, al dejar de tener una oposición, ya no necesita ocupar estos espacios ideológicos y los desprecia.
Pedro Kumamoto, que era la cúspide del proyecto ideológico y moral del ciudadanismo, se alía con Morena y pierde.
Es decir, acumulan una derrota tras otra.
De ahí que la candidatura de Pablo Lemus representa otra dinámica muy distinta que ya no tiene que ver con lo ciudadano sino con eficiencias, eficacias y otro tipo de discursos, como la alegría.
Esto no lo planteo directamente en el libro, pero la lucha vecinal por el Parque Morelos es parte de ese periodo de 15 años al que podríamos llamar la época ciudadanista.
Si en algún momento hubo dudas sobre la pertinencia de Ciudad Creativa Digital, ¿su implementación cambió algo?
No sé si cambió algo pero no en el grado en el que los promotores del proyecto esperaban, ni en el grado de quienes se posicionaron en contra.
En realidad, Ciudad Creativa Digital termina siendo un edificio acompañado por muchos proyectos inmobiliarios alrededor del Parque Morelos.
Hoy ni siquiera existe una búsqueda por incorporar al gobierno discursos legitimadores a sus acciones, simplemente se tratan de proyectos inmobiliarios.
En ese sentido, el principal reto que han tenido los proyectos gentrificadores, es consolidarse.
No sé si tiene que ver con la poca pericia para gestionarlos pero contienen una lección importante: desde el poder político y económico se piensa que hacer ciudad es levantar la mano para que ocurran cosas, como un director de orquesta.
La realidad es que los proyectos pensados así, se topan con una ciudad viva, con visiones y lógicas totalmente distintas a las de ellos.
Lo que ocurre en los barrios o en las colonias es tan distante, desconocido y lejano que no se dan cuenta que sus aspiraciones siempre va a toparse con asegunes, encontronazos o disensos.
La ciudad es diversidad y pluralidad, pero parecen no entenderlo pues siguen existiendo proyectos de despojo que ya no necesitan estar bajo grandes narrativas o proyectos faraónicos como Ciudad Creativa Digital.
¿Por qué se considera a Guadalajara un buen lugar para implementar este tipo de proyectos?
No es que consideren que la ciudad tenga más o menos que otras ciudades, mas bien tienen intereses y utilizan proyectos, discursos o tendencias globales para favorecerlos en lo local.
No es que los grandes poderes internacionales nos estén buscando y nos elijan por tener algún tipo de característica especial, más bien somos nosotros quienes nos ofertamos.
Mientras ellos están buscando lugares para invertir, nuestra burguesía local busca elementos para hacer atractiva la ciudad hacia los ojos externos, y a través de eso, obtener mayores rentas.
Es cierto que Guadalajara posee varios componentes estratégicos: su localización que históricamente ha sido un punto de conexión entre el norte y el sur.
Guadalajara era la capital de la Nueva Galicia y el centro administrativo, político y económico de todo el norte de México.
De hecho, el rango administrativo que poseía era similar al de las capitales de todo el resto de América Latina, y de lo único que estaban subordinados a la Ciudad de México, era en lo militar.
En todo lo demás, Guadalajara siempre ha sido epicentro del comercio regional y ha sido atractiva para un montón de proyectos, deseos, inversiones y aspiraciones del capital transnacional.
¿Qué significa la lucha de la señora Paty y de los vecinos del Parque Morelos contra Ciudad Creativa Digital?
Aunque es la historia de una derrota, tiene mucha vigencia como la tienen otros movimientos de resistencia urbanos.
En el imaginario, las movilizaciones populares tienen que ver más con zonas rurales: los campesinos levantados, los pueblos originarios luchando por su territorio, las autodefensas o los municipios autónomos en Cherán o Chiapas.
Pero dentro de las ciudades también hay movimientos sociales importantes, aunque despierten menor interés.
La lucha de la maestra Paty y de sus vecinos, es una lucha por el territorio, por defender su memoria, sus historias y en contra la construcción de un proyecto que les estaban imponiendo desde el gobierno.
En ese sentido, es una historia relevante, un testimonio de cómo esta ciudad se ha ido forjando, pues el gobierno tuvo que cambiar muchas de sus decisiones en función de la disconformidad y los reclamos de los vecinos.
De hecho, la poca legitimidad que tenía el gobierno de Emilio González Márquez no tiene que ver con la poca pericia que tuvo al implementar los Juegos Panamericanos, sino es debido a resistencias como la de los vecinos del Parque Morelos o de los grupos que se opusieron a la construcción del puente atirantado.
De ahí que no solo influyen los grandes relatos políticos sino también las historias de resistencia o de dignidad de vecinos; influye la memoria de un montón de personas que ponen en tela de juicio los relatos que provienen desde lo institucional.
Son esos cuestionamientos los que transforma las cosas y cambia la forma en la que vemos la ciudad.
Estas luchas sirven para conocernos mejor, para saber por qué la ciudad es como es, para inspirarnos en sus luchas y en sus deseos de resistir a quienes quieren expulsarlos de los lugares en donde viven.
¿Qué relato sostiene actualmente la ciudad?
Conviven diversos relatos, pero el relato hegemónico es que las aspiraciones, los deseos y la forma de la ciudad sean lo más parecido a un gran centro comercial.
Es decir, más espacios dedicados al consumo.
Los héroes que hoy están en la palestra como el Checo Pérez o el Canelo Álvarez, son personas relacionadas con el ámbito del espectáculo.
Los eventos deportivos como el abierto de tenis u otros torneos internacionales, convierten a la cultura en espectáculo.
Hay pocos proyectos de corte cultural que nos ayuden a entendernos mejor.
La política cultural son agencias de entretenimiento, espectáculos de luces, títeres, shows de navidad o del día de muertos.
Lo grandes proyectos son arenas gigantescas para realizar más espectáculos.
La propia Universidad de Guadalajara con proyectos valiosos como el Museo de Ciencias Ambientales o la Cineteca, se desarrollan bajo lógicas de espectáculo y consumo.
Las renovaciones en el Centro Histórico tienen que ver más con construir espacios para la foto que para generar experiencias públicas y comunitarias, en la lógica de los jardines o los parques públicos.
El relato es que queremos que Guadalajara sea un gran centro comercial como Andares, la epítome de lo que aspiramos como ciudad.
¿Cuál relato crees que está ausente?
Hay una especie de repartición del poder político pero la discusión o el debate entre los partidos es poco crítico respecto a planteamientos ideológicos de fondo.
Existen señalamientos de corrupción, críticas sustantivas de lo que ha hecho o hace el gobierno, pero no hay un proyecto alternativo.
No hace mucho tiempo se hacían críticas claras o planteamientos directos; habían sensibilidades y afectos distintos a los que se estaba disputando en lo público, lo que obligaba al poder a tomar partido o a modificar sus acciones.
Hoy ni siquiera existe eso, tenemos un discurso que no posee una capacidad crítica y valorativa de lo que se ha hecho.
Parecería que hay un consenso.
Existen personas críticas, conciencias y movimientos; vecinos y asambleas, pero están desarticulados y divididos entre sí.
Además a los partidos políticos les interesa poco acercarse a ellos.
¿Quién tiene derecho a soñar la ciudad?
Todas las personas que vivimos en ella tenemos el derecho de soñarla, incluyendo las élites, la burguesía, los vecinos o los criminales.
Lo que planteo en el libro es que es importante reconocer que la naturaleza de la ciudad es la disputa, el debate o el disenso.
No hay ciudad sin llegar a acuerdos con los otros que son distintos a nosotros mismos.
Esa es su riqueza, su naturaleza y su vocación.
Sin embargo, es una disputa desigual porque las aspiraciones de los que tienen poder político o económico, se imponen sobre otras.
Esa es la crítica a Ciudad Creativa Digital, no es legítimo que las clases subalternizadas sean las únicas que no tienen el derecho de soñar la ciudad.
Todos podemos tener aspiraciones legítimas sobre cómo queremos que sean los lugares en donde veremos crecer a nuestros hijos o donde vamos a convivir con nuestros padres.
Lo que no es legítimo es que solo unos pocos, por sus privilegios o por las herramientas que poseen, impongan su visión frente a quienes solo tienen su palabra, su memoria o su cuerpo.
No se trata de decir: eso es lo que a mí me parece ilegítimo.
Se trata de que cada uno de nosotros tengamos el derecho irrestricto a soñar la ciudad.
¿Qué movimientos observas? ¿Qué personajes te atraen? ¿Qué ideas te mueven?
Un movimiento muy genuino y muy importante por todo lo que hacen es el Comité Salva Bosque del bosque del Nixticuil.
La defensa que hacen a todo lo que ocurre en uno de los pocos pulmones de la ciudad me parece importante y profundamente ética.
Es un ejemplo de lo que tenemos que aspirar como ciudad.
El trabajo que hacen en Cuerpos Parlantes me parece fundamental, poseen años de aprendizajes en un espacio en el que se han reunido luchas muy diversas.
La historia habrá que reconocerles lo que hacen.
He visto algunos proyectos de periodismo independiente interesantes: chicas que hacen podcast, videos de difusión, reels explicativos y cosas por el estilo.
En la universidad vi un ejercicio que están realizando unos chavos para juntarse cada martes a echar chela y a platicar de problemáticas sociales.
Hay cosas que están ocurriendo pero habría que ser más sistemáticos a la hora de reconocerlos.
No estamos viendo todos los movimientos que hay en la ciudad, sobretodo los que nos son afines a nuestras lógicas ideológicas.
Hay uno que me parece el movimiento cultural y juvenil más importante de la ciudad y nadie lo está estudiando: el de los motociclistas.
El mismo año que murió Raúl Padilla, el personaje más importante de esta ciudad en los últimos 30 o 40 años, se juntaron en el Paraninfo de la Universidad de Guadalajara unas 100 o 200 personas, pero el día que murió un rapero llamado Lefty, asesinado en su casa, reunió unas 30 mil personas, en moto.
Eran puros jóvenes y yo me pregunto: ¿Qué buscan? ¿Cuáles son sus posturas políticas? ¿Qué tipo de movimiento representan?
En las noches organizan rodadas sin ningún tipo de validación de tránsito y se apropian de la ciudad, hacen un desastre, son violentos, ruidosos y extremos.
No estoy tratando de vender una utopía pero algo está pasando y debe haber una lógica política que no estamos viendo, algo que está aglutinando a los jóvenes en relación a la moto que les dota de identidad.
Están construyendo una forma específica de relacionarse y te habla mucho del proceso de violencia de inseguridad y narcotráfico que vivimos.
Algo no estamos haciendo bien como observadores de la ciudad.